Desde niña fui una persona muy sensible e introvertida.
Ciertas experiencias en mi vida me hicieron sentir ansiedad, inseguridad, miedo. Sufrí periodos de depresión en varias ocasiones. La angustia me invadía y sentía que no encanjaba en este mundo. Cuando terminé mis estudios universitarios, viajé mucho y viví muchos años lejos de mi entorno familiar. Pretendía buscar “ahí fuera” el remedio a esos sentimientos de separación, desmerecimiento, dolor... y llenar así mi “vacío” interior.
En 2012, la vida me acercó a la práctica de yoga, que me dio la oportunidad de crear, por primera vez, ese espacio y el tiempo para comenzar a profundizar en mí.
Fue mi primer acercamiento al entendimiento profundo de lo que significa ser humano; desde el cuerpo, la mente, las emociones y el alma.
Todavía no lo comprendía en su totalidad, pero fue el comienzo. En 2014 realicé mi formación como profesora de yoga en India y desde ese momento mi vida dio un giro personal y profesional hacia un estilo de vida más consciente.
Pero mi verdadero aprendizaje de Vida fue ser madre. Al principio no supe comprender el regalo de la maternidad, porque me encontré con mis sombras más profundas. Fue una experiencia muy dura. Pero fue ahí, en lo más hondo, cuando empezó mi proceso de sanación. Como nos sucede a muchos, son los momentos desafiantes los que al final se convierten en oportunidades de evolución. Y fue así como empecé a reconocer quién YO SOY y esas preguntas que durante años no habían tenido respuesta fuera, comenzaron a aclararse dentro.
Me di cuenta de que la fuente de sanación está dentro de cada persona.
Cuando mi hija Olivia tenía año y medio retomé las clases de yoga con mis alumnos. Yo ya no era la misma, era más madura emocionalmente, más consciente, más despierta espiritualmente, más sensible. Desde esa sensibilidad y conciencia, fui acompañando a mis alumnos de yoga en sus propios procesos de vida.
Comencé a guiar la practica de yoga hacia el despertar de conciencia sensitiva y perceptiva de la totalidad que nos habita
Pronto me sumergí en el mundo de los aceites esenciales. Sentí una profunda conexión con las esencias, sus aromas, su vibración… y los espacios de sabiduría interior a los que transportan. Para mí son un gran recurso natural en momentos en lo que siento que voy a enfermar o cuando emocionalmente me siento inestable, confusa, inquieta, insegura… y me devuelven inmediatamente a mi centro y siento claridad. Son medicina para el cuerpo, mente y alma. Por su elevada vibración, nos conectan con aquello que siempre permanece: nuestra verdad esencial. Es por ello, que nace desde lo más profundo de mi compartir sus bondades con los demás.
Fusioné la aromaterrápia energética con el Masaje Consciente y de ahí nació Masajes para el Alma, que a través del tacto consciente evolucionó a una terapia vibracional integrando en las sesiones otras herramientas y aliados como: kinesiología del alma, sanación cuántica, geometría sagrada, cristales de andara, sabiduría ancestral…
Actualmente, ofrezco el método frecuencial que he canalizado: IHKAELA. El mismo nombre fue también canalizado y contiene la frecuencia que siempre canalicé a través de mis sesiones. Ihkaela es un conjunto de Frecuencias, técnicas y herramientas que al ser integradas, posibilitan la EXPANSIÓN del Ser. Cuando sintonizas todo tu potencial cuántico y lo integras en su experiencia terrenal, experimentas una vida en plenitud, salud y armonía. Convirtiéndote en un Ser Creador.
Es momento de alinearte con el más autentico propósito del corazón: Ser.
Porque todos podemos elevar nuestra consciencia=frecuencia para recordar quienes somos en esencia, reconocer nuestro verdadero potencial como ser humano, sentir y brillar con nuestra propia Luz.